El vaso vacío es la prueba de otra noche de insomnio. Los ojos enrojecidos, delatores de su miseria. Pasan los días y sigue sin rumbo, anclado en un pasado imperfecto. La cama siempre fue un lugar incómodo por unos silencios que siempre matan.
Y mañana será igual... Misma rutina, mismo dolor. La esperanza es un barco que ya zarpó y en el que no tenía sitio.
¿Y qué importa? Ladran los perros. ¿Qué importo? Pregunta el hombre herido...
William.
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