El ruido de la muerte aquí en este bar desolado,
donde la tranquilidad se sienta encorvada sobre su oración,
y la música sirve de coraza al sueño del amante,
pero cuando ninguna moneda introduce esta dura desesperación.
Hasta aquí, el más solitario de los hogares
y de todos los destinos el más solitario además,
cuando ninguna música eléctrica rompe el batir
de corazones doblemente rotos, pero ahora reunidos
por el cirujano de paz en la astilla del desastre,
penetra más profundamente que lo hicieran las trompetas.
El movimiento de la mente dentro de ese entramado,
donde los desórdenes son simples como la tumba
y la araña de la vida se asienta y duerme.
William
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